Machupicchu. Eliane Karp. El comercio 25/2/08

¿POR QUÉ YALE NO DEVUELVE TODAS LAS PIEZAS QUE SE LLEVÓ BINGHAM?

El tesoro perdido de Machu Picchu

Por Eliane Karp-Toledo *Ex primera dama del Perú

Cuando en setiembre pasado el presidente Alan García llegó a un acuerdo preliminar con la Universidad de Yale sobre la disposición de más de 350 artefactos sustraídos de Machu Picchu, esta parecía una gran idea. Todos tuvimos la esperanza de que este entendimiento entre las partes se convertiría en un logro importante en medio de la turbulencia de la cooperación internacional.

Los reportes periodísticos sugirieron entonces que Yale devolvería más de 350 artefactos de museo de alta calidad, además de muchos miles de fragmentos, considerados de interés principalmente para los investigadores especializados --todos los cuales fueron retirados del encumbrado complejo arqueológico Inca hace casi un siglo-- y que la propiedad legal de todos los artefactos, incluidos los que Yale conservaría, pasarían a pertenecerle al Perú.

Pero al haber tenido acceso por fin a una copia del acuerdo, he podido comprobar que Yale continúa negándole al Perú su derecho a ser propietario de su patrimonio cultural, algo que el Perú ha venido reclamando desde 1920.

Cuando en 1912 , 1914 y 1915, el explorador Hiram Bingham III excavó los tesoros de Machu Picchu --jarras de cerámica, estatuas de plata, joyas y huesos humanos-- y se los llevó del Perú, se suponía que este era un préstamo por doce meses (período que se extendió más tarde por seis meses adicionales). La National Geographic Society, que coauspició las exploraciones de Bingham, ha confirmado que los artefactos fueron retirados en calidad de préstamo, y está comprometida a verificar y apoyar que estos sean devueltos al Perú.

Entre los años 2001 y 2006, durante la presidencia de mi esposo, Alejandro Toledo, participé en las negociaciones con Yale sobre las piezas. El Perú requirió la devolución de todo lo que Bingham había retirado de Machu Picchu, y el presidente Toledo, con el apoyo tanto de la National Geographic Society, del senador Christopher Dodd, de Connecticut, y otros congresistas estadounidenses, conversó sobre esta demanda peruana directamente con el rector de Yale, Richard C. Levin. Ese diálogo se rompió, sin embargo, cuando Yale se negó a aceptar nuestra primera condición, que era el reconocimiento de que el Perú es el único propietario de las piezas.

La universidad tampoco permitió que realizáramos un inventario de las reliquias, bajo el pretexto de que el arqueólogo que habíamos seleccionado no estaba calificado para hacerlo.

El embajador del Perú en Washington trató de reanudar las conversaciones con Yale, pero, hacia el inicio del 2006, era claro que la universidad quería ganar tiempo. El gobierno del presidente Toledo terminó en julio de 2006, y un año y algunos meses más tarde, un nuevo acuerdo Acuerdo de Entendimiento fue anunciado. Felizmente, el acuerdo final ha sido diferido.

De acuerdo con el Memorándum de Entendimiento entre Yale y el presidente García, el Perú se compromete a construir un museo y un centro de investigación en el Cusco, la ciudad más cercana a Machu Picchu, donde parte de la colección sería exhibida. Yale sería una institución asesora del centro, y se encargaría de seleccionar qué piezas serían entregadas al museo. El derecho soberano del Perú a ejercer la propiedad de la colección no ha sido reconocido, y queda claro que Yale mantendría una proporción significativa de los materiales.

Al Perú, como lo plantearon antes, no se le permitirá realizar un inventario propio. Solamente cuando el museo haya sido construido cumpliendo con las especificaciones presentadas por Yale, solo una porción de los materiales retornaría, permitiéndole a los peruanos disfrutar de artefactos históricos que nunca han visto.

Es incomprensible los argumentos de Yale al pretender tener algún derecho a realizar un reclamo histórico sobre los artefactos. Para empezar, Bingham no tenía ninguna autoridad para transferir una propiedad del Perú. El acuerdo refleja una mentalidad colonial de pensar, no digna de una institución académica de prestigio. De hecho, Yale ha ido un paso más allá respecto de las negociaciones hechas con el presidente Toledo; la universidad está hoy en día atrevidamente demandando conservar para ella una parte significativa de la colección con fines de investigación durante los próximos 99 años.

Me pregunto si es pura coincidencia que Yale haya demorado las negociaciones con el doctor Toledo, el primer presidente indígena elegido en el Perú, hasta que tomara el mando un nuevo jefe de Estado, que es abiertamente hostil hacia los temas indígenas.

¿Por qué se hace tan difícil que Yale libere las colecciones después de casi un siglo de incumplimiento para retornar lo que se llevaron en calidad de préstamo? Ya es hora de que los investigadores peruanos, los ciudadanos, especialmente los descendientes de los indígenas que guiaron a Bingham al antiguo complejo, tengan acceso a la colección.

El presente acuerdo debe ser desestimado y nuevas conversaciones deberían iniciarse, basadas en el reconocimiento de derecho soberano del Perú a la propiedad de todo lo que se retiró de Machu Picchu. Yale debería, por fin, devolver estas piezas que simbolizan la gran herencia histórica del Perú.

* Eliane Karp-Toledo es profesora visitante de la Universidad de Stanford. Ha escrito extensamente sobre el tema de las poblaciones indígenas y los nuevos retos de la democracia en América Latina.
Publicado en "The New York Times".

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