Ocurrió. San Marcos cercado. Antonio Zapata. La Republica, 2/4/08

Ocurrió. San Marcos cercado

El acceso a la ciudad universitaria está completamente bloqueado en tres de sus frentes, donde se construyen dos intercambios viales. Se trata de sendos tréboles situados en las esquinas de Venezuela y Colonial con Universitaria; bajo responsabilidad de la Municipalidad de Lima. La situación de los alrededores es cercana al caos urbano. Es muy difícil ingresar a la universidad, puesto que apenas quedan habilitadas pocas puertas mal conocidas, porque se hallan en los extremos del perímetro. Los alrededores se han vuelto peligrosos y abundan los asaltos.

Las clases recién comienzan esta misma semana, y durante la matrícula la situación ha sido difícil y enredada. Peor aún, San Marcos ha retrocedido 17,000 metros, cediendo espacio para la construcción de las obras viales. Es decir, la universidad pierde considerable terreno y no queda nada claro qué gana a cambio.

El viernes pasado fui jurado de un examen de tesis y al salir al patio pude observar que se formaba una manifestación de estudiantes contra el desorden urbano. Se dirigieron al nuevo muro considerándolo el símbolo de los problemas actuales. En efecto, se está construyendo un nuevo muro provisional, unos metros detrás del actual, consagrando el retroceso para las obras de vialidad.

Pues bien, los estudiantes simplemente tumbaron el nuevo muro y se sintieron felices como si estuvieran derribando el muro de Berlín. Sus gritos se dirigían contra el caos y criticaban acremente al rector. Extraño. Quienes derribaban muros eran estudiantes deseosos de orden, pidiendo acceso físico a la universidad.

El rector en mención es el reputado doctor en medicina Luis Izquierdo, quien parece seguro de su estabilidad. Imposible entender de otro modo la facilidad con la que ha aceptado una operación tan compleja. Además de ceder 17,000 metros, se ha generado un problema de circulación interna. Determinados tramos de las vías propias y algunos estacionamientos quedaban en el área que se ha cedido. De este modo, el daño a la universidad es muy superior al costo de esa cantidad de terreno. En efecto, para reponer la infraestructura vial interna y reconstruir el sistema de circulación ha de gastarse mucho dinero.

Por otro lado, el intercambio vial con Venezuela es muy sospechoso. Se trata de una obra gigante, dotada de amplias orejas y cuyo costo es muy elevado. El problema es que poco más abajo, en la misma avenida Venezuela, se halla la huaca San Marcos y, a continuación, el Hospital de la Marina, que no han de ceder espacio para vialidad.

En otras palabras, se trata de la gigantesca ampliación de una avenida que vuelve a angostarse sin remedio a sólo quinientos metros. Para qué tanta inversión, si es imposible recortar la huaca y el hospital. Obviamente levanta suspicacias, porque es una carrera de caballos con parada de burros. El típico elefante blanco.

Asimismo, sorprende que todas estas obras se realicen a la vez. En San Marcos no ha de ser la APEC, así que la simultaneidad no guarda relación con las cumbres mundiales. Es simple desidia burocrática. No se piensa que podría ser mejor para la universidad que se levante un intercambio vial primero y que cuando se termine se haga el otro. Así se tarde dos años. No. Se tienen que realizar a la vez y todos los accesos se cierran en el mismo momento.

De este modo, el año académico que comienza afronta grandes dificultades. Los estudiantes no van a poder llegar por ningún lado, se han de agolpar en las pocas puertas que siguen abiertas, por dentro será lento y difícil encontrar el camino. Como consecuencia, habrá un ambiente conflictivo. Más aún, la espera ha de ser prolongada, porque los intercambios viales no están a punto de terminar y se habla de siete meses antes de entregar las obras. Es decir, perder casi un año.

Sin embargo, el alcalde Castañeda supera los 80 puntos de aceptación. Misterio para los politólogos, porque en principio debería estar cayendo. Estas obras tan dudosas acompañan a los fracasos de las revisiones técnicas y de la licitación para el transporte masivo. Así, el resultado práctico de su gestión es desolador. Quizá Castañeda se mantiene sólo porque el gobierno y la oposición están tan caídos que se necesita alguna esperanza. Lo sostiene la ilusión de la gente, que piensa que aún existe el político eficiente.

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