La defensora de Machu Picchu. La República, 13/7/08
Por Enrique Hulerig
Es la vicepresidenta del Comité Peruano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), y una de las principales investigadoras que tuvo el INC en temas vinculados a Machu Picchu. La historiadora Mariana Mould, orgullosa depositaria del legado del reconocido académico Franklin Pease G. Y., impulsa desde hace muchos años verdaderas cruzadas en defensa de nuestro patrimonio cultural, entre ellas, una sobresaliente: la recopilación sistemática de gran cantidad de documentos en torno a las piezas que Bingham se llevó del Perú entre 1911 y 1916. En tiempos en que National Geographic anuncia ser poseedora de explícitas cartas del explorador norteamericano sobre la tenencia de las piezas y Yale cuestiona el manejo del INC en las negociaciones, atribuyéndose, incluso, titularidad sobre la colección, conversamos con la historiadora sobre las estrategias involucradas en la más vieja controversia de la arqueología peruana.
–¿Hay precedente en EEUU de haber devuelto colecciones arqueológicas?
–Sí, lo hay. El arqueólogo egipcio Zahi Hawass está consiguiendo restituciones espectaculares y el Perú desaprovecha esa experiencia. El norteamericano medio tiene un sentido de la propiedad muy fuerte: si algo le pertenece a otro, se lo devuelve. Pero las grandes restituciones norteamericanas se hacen a través de una ley de 1990 llamada NAGPRA (Native American Graves Protection and Repatriation Act), que consiste en el derecho de sus poblaciones nativas a que se les devuelvan los objetos de sus ancestros. Si bien esa ley no tiene validez internacional se puede apelar a su espíritu, habida cuenta que se trata de una herencia cultural precolombina. La más reciente devolución internacional procede del escándalo con las piezas etruscas que tuvieron el Getty y el Metropolitan, que retornaron a Italia porque se demostró que fueron robadas. EEUU devuelve cuando hay una situación documentada. En el 2006 le devolvieron al Perú el Altar de Challapampa, robado por mafias.
–Visto así, el panorama no debió ser tan complicado.
–Lo que tiene que hacer el gobierno es despolitizar el tema. Que se convoque especialistas, que venga la señora Karp, el congresista Luizar, Lumbreras, Kauffmann, Mariana Mould si quieren, que las reuniones tengan carácter interdisciplinario y que peruanos como los q’eros, por ejemplo, se vinculen al tema, que se forme opinión pública. Mientras Yale envía invitaciones a la prensa, a nosotros nos debió de haber bastado con el correo electrónico. ¿Por qué no se hizo? Porque solo han querido ganar réditos políticos.
–¿Se refiere a la comisión negociadora?
–Así es. Conozco muy bien a Cecilia Bákula y le preguntaría al presidente si ella es portavoz representativa de las políticas culturales del país. Los peruanos nos sentimos profundamente identificados con nuestro pasado precolombino; sin embargo, no queremos al peruano cuyos antepasados construyeron la civilización antigua. Hay una situación de racismo que debemos analizar con sensibilidad. Yo le preguntaría al presidente si la señora Bákula tiene esa sensibilidad, es decir, la sensibilidad de acercarse a los peruanos de los orígenes más diversos, sobre todo a quienes somos mayoritariamente hispanoandinos.
–Usted participó en un foro en Cusco donde se trató la repatriación de las piezas. También se hizo una denuncia. ¿Cuál fue?
–En eso quien tiene mucho que decir es el congresista Luizar, que presentó un análisis político-legal sobre la validez de la resolución que designa a Garrido Lecca. Demostró que este señor no tenía autorización para suscribir ni firmar y eso es grave. Esa comisión es espuria. ¿Quiénes más la conforman? La señora Bákula, alguien de Cancillería, el presidente de Copesco, Germán Dávalos, que en Cusco asegura integrar la comisión y así toma la palabra. Él estuvo presente en un reciente simposio sobre el eje cultural Machu Picchu-Ollantaytambo en Virginia University, donde dijo haber recibido la orden de Garrido Lecca de no hablar sobre Yale y se hizo retirar del programa. Quien debiera integrar la comisión es un arqueólogo, para distinguir una pieza inca tardía de una temprana, una costeña de una andina.
–¿Cuál fue el tema del simposio en Virginia? ¿Yale?
–Solo la ponencia de Eliane Karp estuvo dedicada a Yale. Fue un simposio académico, con trabajos sobre el Valle de Ollantaytambo. Cabría subrayar la recomendación sustentada por UNESCO para que el sitio protegido de Machu Picchu se extienda a Ollantaytambo. No hay más que ver un mapa para darse cuenta, sin ser arqueólogo, de que ambos sitios estaban perfectamente integrados.
–Usted frecuenta el ambiente académico cusqueño, ¿el tema de las piezas concita atención en medios locales?
–Fíjese, en el paraninfo de San Antonio Abad se congregaron durante el foro más de 700 personas, pero al día siguiente no hubo una línea en los medios impresos locales. La televisión cusqueña sí ha tratado intensamente el tema, especialmente en lo referido a los mapas de Machu Picchu. Hay en el pueblo peruano el deseo de resolver este conflicto, pero el gobierno no lo advierte.
–¿Le ve salida a la negociación?
–Estamos entrampados. Sabemos que tenemos un contendor fuerte pero ni el presidente García ni Garrido Lecca ni Cecilia Bákula se lo están tomando en serio.
–El contendor no parecería estar fuera.
–¡El enemigo duerme con nosotros! El problema se origina en nuestra incapacidad para articularnos como mundo hispanoandino. Hay peruanos que se sienten de origen japonés; otros han sacado pasaporte extranjero y se creen más italianos o norteamericanos que peruanos. Yo me apellidaré Mould pero soy muy peruana. Nos falta articularnos. La gente de Yale y un personaje clave como Richard Burger lo saben. Él dice que el gobierno peruano tiene una política acá y otra allá. Ese diagnóstico no es errado.
–¿Cree que hay resistencia en abrir la comisión a posiciones como las de la Universidad San Antonio Abad o intelectuales cusqueños como Jorge Flores Ochoa?
–No se les quiere escuchar. Flores Ochoa, por ejemplo, la persona que más sabe sobre patrimonio inmaterial andino, fue propuesto por UNESCO en el 2006 para ser presidente del CRESPIAL, pero la señora Bákula decidió imponer a Jaime Urrutia, cuyos méritos podrán ser indudables pero no poner a Flores Ochoa es una gran pérdida para el país. Yo creo que el presidente tiene una enorme responsabilidad frente la historia. Nos vamos a olvidar de Cecilia Bákula y de Garrido Lecca, pero no nos podremos olvidar de un presidente. Así como Leguía fue responsable de armar este enredo, lo mismo le va a pasar a García. Si en su primer periodo patinó en términos económicos, en este segundo patina en no entender la pluridimensionalidad cultural de nuestro país. Ya se acabó eso de los que mandan y los que obedecen. No es tampoco como él dice, que la pobreza se redujo. En Cusco la pobreza ha aumentado. No reconoce a los pobres porque no los asume como sus iguales.
–El tema es sensible porque ha habido voluntad de tergiversar. El INC aseguró que sus técnicos viajaron a hacer el inventario cuando en realidad revisaron uno ya hecho, y las 46 mil piezas eran solo fragmentos.
–¡Pero claro! Quedaron como manipuladores. ¿Qué creyó la directora del INC? ¿Que no se iba a escarbar? Es que en la dirección del INC debería estar una persona que se sienta peruana, cual sea su color o apellido, alguien que sienta afinidad con los peruanos.
–¿Usted cree que la directora del INC no se siente peruana?
–Yo creo que no. Hay una situación muy grave que el presidente aún está a tiempo de revertir. El problema es que para él la cuestión política es coyuntural: si antes decía ser de izquierda ahora se pasó a esa extrema derecha racista que cree que hubo un corte cultural entre los incas y los peruanos de hoy, que son de origen mayoritariamente andino. Si un personaje absolutamente de derecha, que se sentía descendiente de conquistadores, Emilio Gutiérrez de Quintanilla, que se peleaba mañana, tarde y noche con Tello en el Museo de Historia, fue capaz de obligar a Bingham a respetar la ley peruana, lo que hoy, por cierto, nos permite negociar, ¿por qué estos lo están estropeando? En mi libro (1), que escribí cuando trabajaba en el INC como investigadora del MNAAHP, se pueden encontrar los informes de Gutiérrez.
–¿Por qué salió usted del INC?
–Porque me sacó Cecilia Bákula, con sus engaños y mentiras. ¿Por qué sacar a la única persona que había publicado sobre la controversia con Yale? Conozco a Cecilia muy bien y sé cuál es su noción de verdad. Ella es el tipo de persona que te dice una cosa pero está con los dedos cruzados por detrás. "Mariana, cuento contigo", me dijo el viernes. Pero cuando el lunes llegué a trabajar, la directora del museo, Carmen Arellano, me dijo que ya no, que necesitaba mis dos mil soles mensuales para arreglar los focos y los enchufes. Me retiré, pero como aún eran las 9 de la mañana, fui, como siempre, al archivo, donde me negaron los documentos.
–Quizás estaba en agenda alejar conciencias incómodas sobre el tema.
–Vea usted, yo soy católica, firmemente creyente, y no voy a hacer nada contra mis principios. Pero si tuviera una actividad pública no podría mezclar mi fe con eso. Eso le haría daño a la propia Iglesia. Si a algo pudo servir la fe de Cecilia Bákula debió ser al patrimonio de la Iglesia, porque debió haber tomado decisiones firmes frente a los robos sacrílegos. Está demostrado que desde que se fue Lumbreras, que es agnóstico, se han incrementado los robos. ¿Qué ha hecho ella? Más bien ha desmonumentalizado templos en el sur. Por eso no creo que su política esté inspirada por la Iglesia, tampoco por su grupo Avanzada Católica. Lo que pasa en el INC va en detrimento de la Iglesia.
–Bueno, el presidente parece tener una postura un tanto elástica del patrimonio. Ya sorprendió el 2006 cuando criticó las objeciones que el INC le hizo al proyecto de ampliación de la avenida Javier Prado por atentar contra el sitio arqueológico de Puruchuco. Dijo en TV: "Tres muritos no van a impedir el desarrollo del país".
–Tengo eso grabado. Fue tan monstruoso que de inmediato fui al Canal 7 a conseguir la grabación. ¡Una vergüenza! El diario Gestión lo citó y quedó impreso. Después, cuando el INC limitó la cantidad de visitantes a Machu Picchu por riesgo de hundimiento, dijo que por qué tanta alharaca, que él podía llevar a sus albañiles de Ate para apuntalar el cerro (2). Yo, sin embargo, me sigo preguntando, ¿por qué respalda a Cecilia Bákula? ¿Qué es lo que el Perú gana con ella? ¿Dónde está su obra? EEUU podría tener un presidente que sería vetado por ella para entrar a Machu Picchu.
–¿Por qué lo dice?
–El propio director de la Biblioteca Nacional, Hugo Neira, cuenta en un artículo en La República que cuando fue al Cusco, a su hija, que la tuvo con una ciudadana europea, la dejaron subir a uno de los vagones de PeruRail pero a él no. La discriminación étnica en ese tren es enorme y el INC lo permite.
–Según sus investigaciones, ¿Yale tiene documentación de respaldo?
–Solo la posesión. Pero no es lo mismo devolverle algo a quien no tiene afinidad contigo. Hay toda una política de EEUU respecto a eso. El otro punto, como dice Burger, es que en Perú no hay una identidad común que nos integre. Ellos se preguntan si gente que actúa como lo hace esta comisión puede cuidar la colección. Ojo, un juez norteamericano va a devolver las piezas donde haya quién las cuide. Si han ordenado devolver objetos a Egipto es porque ahí está Hawass. ¿Aquí quién está?
–¿La posición de Yale representa al mundo académico norteamericano?
–De ninguna manera. La Sociedad de Arqueología Americana, por ejemplo, tiene pautas muy rígidas para que sus miembros publiquen: lo que no tiene una documentación clara de origen no tiene valor científico, es decir, un arqueólogo no puede usar los datos de la colección Machu Picchu como material de clase. Por ahí debería ir el tema.
–Ahora que Yale se ha pronunciado, ¿ve alguna solución?
–Con este gobierno es difícil. El tema está entrampado. Ellos están fastidiados por esas declaraciones de Cecilia Bákula de que en Yale no se cuidan las piezas y de que estas no serían cuatro sino 46 mil (3). Han suspendido la exposición, tienen nuevo vocero y ya cambiaron de estrategia. Los únicos que no cambiamos somos nosotros, seguimos con la política de "anda mula y piérdete".
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