Una aplastante carretera vs la memoria de Puruchuco. Rumbos, 2012
Una aplastante carretera vs la memoria de Puruchuco
El distrito de Ate Vitarte alberga al Complejo Arqueológico de Puruchuco – Huaquerones, el cementerio Inca más grande de Lima, pero –irónicamente- con la anuencia de las autoridades se ha permitido su destrucción mediante la construcción de una carretera.
Texto: Isabel Luján
Basta una observación superficial para constatar que en el Complejo Arqueológico Puruchuco - Huaquerones se hallan dispersos restos culturales que pretenden ser invisibilizados con el fin de dar pase a la construcción de una autopista en la avenida Prolongación Javier Prado, con el argumento de combatir el congestionamiento vehicular ¿Y los enormes letreros que indican que es una zona intangible?
Texto: Isabel Luján
Basta una observación superficial para constatar que en el Complejo Arqueológico Puruchuco - Huaquerones se hallan dispersos restos culturales que pretenden ser invisibilizados con el fin de dar pase a la construcción de una autopista en la avenida Prolongación Javier Prado, con el argumento de combatir el congestionamiento vehicular ¿Y los enormes letreros que indican que es una zona intangible?
El pasado: historias enterradasSegún me narra Alberto Bueno Mendoza, arqueólogo del Comité de Defensa de Puruchuco, entre 1999 y el 2001, su colega Guillermo Cock, difundió un hallazgo de Puruchuco que tuvo resonancia mundial: se había descubierto un cementerio inca donde descansaban aproximadamente 2000 fardos funerarios. Se convertía así en la mayor necrópolis del Perú. El hecho fue documentado y difundido por la National Geographic.
Ya en el 2007, nuevos hallazgos traían consigo una nueva visión de la historia sobre la Conquista española: hasta ese momento los historiadores se basaban en la versión romántica de los cronistas españoles que afirmaba que un puñado de valientes conquistadores habían resistido la rebelión de Manco Inca y el Cerco de Lima liderado por el general Quisu Yupanqui en 1536, en un último intento por defender el Tahuantinsuyo.
En el cementerio se habían hallado los primeros restos de los que se suponía eran guerreros incas muertos con armas de fuego. Así fue, los investigadores encontraron algo más: la mayoría de ellos no pereció debido a la letalidad de los arcabuces. Las milenarias momias revelaban golpes de armas pertenecientes a otras etnias indígenas avasalladas por el imperio incaico. Los huesos machacados fueron la prueba contundente.
Los españoles solos no hubiesen sido capaces de resistir el ataque de los guerreros rebeldes, sucede que Francisco Pizarro tenía como concubina a la princesa Inés Huaylas, quien solicitó ayuda militar a su madre, la misma que dominaba las tierras de lo que hoy es Áncash. Fue así como la gran conquista y resistencia fue un asunto de nativos contra nativos. La historia oficial había sido desbaratada.
El presente: destrucción del patrimonio arqueológicoPese a los hallazgos que fascinaron al mundo, en la actualidad el Complejo Arqueológico Puruchuco – Huaquerones sufre desde el mes de mayo el inicio de las obras que atentan contra su intangibilidad. El “Proyecto Integral Mejoramiento y Ampliación de la Avenida Javier Prado” consta de un túnel que atravesará una parte del Cerro Mayorazgo. Para ello se destruirá los últimos vestigios –no se necesita ser arqueólogo- para observar los evidentes muros incas de adobe que han perdurado hasta hoy.
Uno de los principales atractivos de Puruchuco es “El Palacio” que fue construido en el período Intermedio Tardío (900-1450 d.C.) que perteneció a la cultura Ychsma, sin embargo siguió siendo utilizado en la época de los incas como residencia y audiencia de un importante curaca. Una hermosa construcción que deslumbra a sus visitantes.
También se halla el Museo de Sitio Arturo Jiménez Borja, en honor a su descubridor. Estos dos elementos se hallan en buena conservación, pero no es así con el terreno restante. Al parecer, las autoridades no entienden que el Palacio y los cerros –sus huacas- constituyen una unidad arqueológica. Más aún, hay mucha historia escondida entre sus macizos cerros.
Desde el Instituto Peruano de Derecho Ambiental y Patrimonio Cultural (IPDAPC) se está trabajando por la defensa de Puruchuco, así lo afirma su director Eliseo Talancha Crespo. Hasta el momento se han interpuesto denuncias contra las municipalidades de Lima y de Ate, contra el Consorcio Puruchuco (encargado de la ejecución de la obra), contra el MTC y contra el Ministerio de Cultura.
Con la renuncia de Luis Peirano Falconí esperaban que la nueva ministra de Cultura, Diana Álvarez, reconozca el despropósito de la destrucción en parte del Complejo Arqueológico, pero las obras continúan. Metro a metro los trabajadores avanzan con la desaparición de la cultura.
Anteriormente, aún durante la gestión de Peirano, se hizo eco en las declaraciones del ex ministro en las que afirmaba que en caso se hallasen vestigios arqueológicos las obras se suspenderían. Sin embargo, procedieron con la destrucción sistemática de los muros que aún quedaban en pie. Lo siguen haciendo. Inclusive los vecinos denunciaron el hallazgo de una momia. Eliseo Talancha del IPDAPC afirma haberla visto.
El director del IPDAPC asegura que la construcción de esta obra sólo permitirá “beneficiar el interés económico del Grupo Interbank que va a construir el Real Plaza, el túnel dará acceso directo a sus clientes hacia el centro comercial, ese es el verdadero interés, no el descongestionamiento del tránsito como afirman”.
Tuvieron este mismo pensamiento de dominación hace 500 años cuando los llamados conquistadores llegaron ambiciosos por las riquezas y el brillo del oro que los llevó a destruir una civilización. Ahora, nuevamente se pretende el avasallamiento de la cultura en pro del interés económico. Pareciese que el pasado y el presente juegan una curiosa analogía de hechos que amenazan la cultura.
En un principio la obra –ya autorizada por el Ministerio de Cultura- se ejecutaría a tajo abierto, es decir con explosión de dinamita, sin embargo el reclamo ciudadano hizo que se diera marcha atrás. Entonces se habló de la construcción de túneles subterráneos, pero el proyecto contempla la construcción de los túneles al ras del suelo con dos ojos, lo que constituye el mismo nivel de daño que una obra a tajo abierto. Esto implica una mentira a la opinión pública.
Los grupos civiles defensores de Puruchuco demandan que se busque otras alternativas, que la autopista rodee el cerro o que se realice el descongestionamiento por la avenida Separadora Industrial. De este modo no se dañaría el patrimonio arqueológico. Y si es así, las vías de ingreso ya no serían directo al Real Plaza. Se entiende entonces los obvios intereses monetarios.
Pero, hay un aspecto demasiado preocupante en estas obras: se están ejecutando sin haberse expedido el Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos, un requisito que garantiza el respeto por los restos patrimoniales.
Asimismo, se ha dicho que los trabajos en el lugar permitirán hacer un “Rescate Arqueológico”, pero de acuerdo con el arqueólogo Bueno Mendoza, se trataría de una especie de huaqueo, puesto que no se ha contratado a personal especializado, solo obreros que no cuentan con el conocimiento adecuado sobre los procedimientos a seguir.
Ante las denuncias, en el Centro Arqueológico se vienen implementando “mejoramientos” de algunas construcciones, con adobes, viene alterando la esencia de los restos originales, este aspecto no permitirá en el futuro realizar las investigaciones apropiadamente, ya que se están alterando las condiciones y las características de los muros.
Durante el recorrido, guiada por el arqueólogo Alberto Bueno Mendoza, fui testigo de la flagrante destrucción de nuestro pasado, si bien algunas paredes mantienen su belleza milenaria, otras forman parte de los escombros quedando desperdigadas restos óseos y tejidos ancestrales. Por su notable importancia es que estos extensos terrenos fueron declarados en el 2001 zona intangible ¿Entonces cómo se puede hablar de que no se perjudicará el patrimonio con esta obra?
Los otros problemas de Puruchuco
El avance gradual de la vida urbana también ha perjudicado esta zona arqueológica. Lo que una vez fue el importante cementerio que logró atraer la atención mundial a este alejado y marginado lugar de Lima ahora alberga a los asentamientos humanos Túpac Amaru y Micaela Bastidas; los cerros son escenarios de disputas entre maleantes, fumaderos y hogar de perros callejeros.
Asimismo, sobre las restos de los antes palacios prehispánicos se han convertido en letrinas públicas, en pequeños estadios de fulbito para la recreación de niños que desconocen su pasado histórico.
Entre el abandono de las autoridades, el desconocimiento de la población; la falta de identidad y memoria, y las ansias de algunos malos empresarios por destruir el patrimonio con el fin dar paso al tan ansiado “desarrollo”, se está dando una especie de epidemia de la destrucción.
Resulta importante entender que el patrimonio arqueológico no es un estorbo, es una invitación a recordar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Se trata de nuestra memoria histórica. Es bueno recordar que nuestro futuro depende también de nuestro pasado.
El futuro: la legalidad de la destrucción
Otro aspecto que amenaza al patrimonio arqueológico en todo el Perú es la aprobación del Decreto Supremo- 054 2013 PCM que legaliza la destrucción del patrimonio arqueológico a través del silencio positivo administrativo ¿En qué consiste?
Hasta el 16 de mayo de 2013, antes de la aprobación de este decreto cuando un inversionista quería iniciar una obra en un terrenos extenso, primero debía presentar una solicitud para que el Ministerio de Cultura (Mincu) emita un Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA), y si la entidad no respondía se entendía como un NO procede.
Ahora ya no es así. Si el Mincul no responde en 20 días significa un SÍ, automáticamente se da por consentido el trámite a favor del interesado. Ya no se habrá lugar al procedimiento que duraba meses en constatar si existían vestigios arqueológicos o no.
Esto demuestra que la conservación de nuestro patrimonio cultural –del que tanto se habla- es más discurso que acción, porque en la práctica, no hay hechos que acrediten que es parte de la agenda pública, y muy por el contrario, se anima a la destrucción.
Ya en el 2007, nuevos hallazgos traían consigo una nueva visión de la historia sobre la Conquista española: hasta ese momento los historiadores se basaban en la versión romántica de los cronistas españoles que afirmaba que un puñado de valientes conquistadores habían resistido la rebelión de Manco Inca y el Cerco de Lima liderado por el general Quisu Yupanqui en 1536, en un último intento por defender el Tahuantinsuyo.
En el cementerio se habían hallado los primeros restos de los que se suponía eran guerreros incas muertos con armas de fuego. Así fue, los investigadores encontraron algo más: la mayoría de ellos no pereció debido a la letalidad de los arcabuces. Las milenarias momias revelaban golpes de armas pertenecientes a otras etnias indígenas avasalladas por el imperio incaico. Los huesos machacados fueron la prueba contundente.
Los españoles solos no hubiesen sido capaces de resistir el ataque de los guerreros rebeldes, sucede que Francisco Pizarro tenía como concubina a la princesa Inés Huaylas, quien solicitó ayuda militar a su madre, la misma que dominaba las tierras de lo que hoy es Áncash. Fue así como la gran conquista y resistencia fue un asunto de nativos contra nativos. La historia oficial había sido desbaratada.
El presente: destrucción del patrimonio arqueológicoPese a los hallazgos que fascinaron al mundo, en la actualidad el Complejo Arqueológico Puruchuco – Huaquerones sufre desde el mes de mayo el inicio de las obras que atentan contra su intangibilidad. El “Proyecto Integral Mejoramiento y Ampliación de la Avenida Javier Prado” consta de un túnel que atravesará una parte del Cerro Mayorazgo. Para ello se destruirá los últimos vestigios –no se necesita ser arqueólogo- para observar los evidentes muros incas de adobe que han perdurado hasta hoy.
Uno de los principales atractivos de Puruchuco es “El Palacio” que fue construido en el período Intermedio Tardío (900-1450 d.C.) que perteneció a la cultura Ychsma, sin embargo siguió siendo utilizado en la época de los incas como residencia y audiencia de un importante curaca. Una hermosa construcción que deslumbra a sus visitantes.
También se halla el Museo de Sitio Arturo Jiménez Borja, en honor a su descubridor. Estos dos elementos se hallan en buena conservación, pero no es así con el terreno restante. Al parecer, las autoridades no entienden que el Palacio y los cerros –sus huacas- constituyen una unidad arqueológica. Más aún, hay mucha historia escondida entre sus macizos cerros.
Desde el Instituto Peruano de Derecho Ambiental y Patrimonio Cultural (IPDAPC) se está trabajando por la defensa de Puruchuco, así lo afirma su director Eliseo Talancha Crespo. Hasta el momento se han interpuesto denuncias contra las municipalidades de Lima y de Ate, contra el Consorcio Puruchuco (encargado de la ejecución de la obra), contra el MTC y contra el Ministerio de Cultura.
Con la renuncia de Luis Peirano Falconí esperaban que la nueva ministra de Cultura, Diana Álvarez, reconozca el despropósito de la destrucción en parte del Complejo Arqueológico, pero las obras continúan. Metro a metro los trabajadores avanzan con la desaparición de la cultura.
Anteriormente, aún durante la gestión de Peirano, se hizo eco en las declaraciones del ex ministro en las que afirmaba que en caso se hallasen vestigios arqueológicos las obras se suspenderían. Sin embargo, procedieron con la destrucción sistemática de los muros que aún quedaban en pie. Lo siguen haciendo. Inclusive los vecinos denunciaron el hallazgo de una momia. Eliseo Talancha del IPDAPC afirma haberla visto.
El director del IPDAPC asegura que la construcción de esta obra sólo permitirá “beneficiar el interés económico del Grupo Interbank que va a construir el Real Plaza, el túnel dará acceso directo a sus clientes hacia el centro comercial, ese es el verdadero interés, no el descongestionamiento del tránsito como afirman”.
Tuvieron este mismo pensamiento de dominación hace 500 años cuando los llamados conquistadores llegaron ambiciosos por las riquezas y el brillo del oro que los llevó a destruir una civilización. Ahora, nuevamente se pretende el avasallamiento de la cultura en pro del interés económico. Pareciese que el pasado y el presente juegan una curiosa analogía de hechos que amenazan la cultura.
En un principio la obra –ya autorizada por el Ministerio de Cultura- se ejecutaría a tajo abierto, es decir con explosión de dinamita, sin embargo el reclamo ciudadano hizo que se diera marcha atrás. Entonces se habló de la construcción de túneles subterráneos, pero el proyecto contempla la construcción de los túneles al ras del suelo con dos ojos, lo que constituye el mismo nivel de daño que una obra a tajo abierto. Esto implica una mentira a la opinión pública.
Los grupos civiles defensores de Puruchuco demandan que se busque otras alternativas, que la autopista rodee el cerro o que se realice el descongestionamiento por la avenida Separadora Industrial. De este modo no se dañaría el patrimonio arqueológico. Y si es así, las vías de ingreso ya no serían directo al Real Plaza. Se entiende entonces los obvios intereses monetarios.
Pero, hay un aspecto demasiado preocupante en estas obras: se están ejecutando sin haberse expedido el Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos, un requisito que garantiza el respeto por los restos patrimoniales.
Asimismo, se ha dicho que los trabajos en el lugar permitirán hacer un “Rescate Arqueológico”, pero de acuerdo con el arqueólogo Bueno Mendoza, se trataría de una especie de huaqueo, puesto que no se ha contratado a personal especializado, solo obreros que no cuentan con el conocimiento adecuado sobre los procedimientos a seguir.
Ante las denuncias, en el Centro Arqueológico se vienen implementando “mejoramientos” de algunas construcciones, con adobes, viene alterando la esencia de los restos originales, este aspecto no permitirá en el futuro realizar las investigaciones apropiadamente, ya que se están alterando las condiciones y las características de los muros.
Durante el recorrido, guiada por el arqueólogo Alberto Bueno Mendoza, fui testigo de la flagrante destrucción de nuestro pasado, si bien algunas paredes mantienen su belleza milenaria, otras forman parte de los escombros quedando desperdigadas restos óseos y tejidos ancestrales. Por su notable importancia es que estos extensos terrenos fueron declarados en el 2001 zona intangible ¿Entonces cómo se puede hablar de que no se perjudicará el patrimonio con esta obra?
Los otros problemas de Puruchuco
El avance gradual de la vida urbana también ha perjudicado esta zona arqueológica. Lo que una vez fue el importante cementerio que logró atraer la atención mundial a este alejado y marginado lugar de Lima ahora alberga a los asentamientos humanos Túpac Amaru y Micaela Bastidas; los cerros son escenarios de disputas entre maleantes, fumaderos y hogar de perros callejeros.
Asimismo, sobre las restos de los antes palacios prehispánicos se han convertido en letrinas públicas, en pequeños estadios de fulbito para la recreación de niños que desconocen su pasado histórico.
Entre el abandono de las autoridades, el desconocimiento de la población; la falta de identidad y memoria, y las ansias de algunos malos empresarios por destruir el patrimonio con el fin dar paso al tan ansiado “desarrollo”, se está dando una especie de epidemia de la destrucción.
Resulta importante entender que el patrimonio arqueológico no es un estorbo, es una invitación a recordar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Se trata de nuestra memoria histórica. Es bueno recordar que nuestro futuro depende también de nuestro pasado.
El futuro: la legalidad de la destrucción
Otro aspecto que amenaza al patrimonio arqueológico en todo el Perú es la aprobación del Decreto Supremo- 054 2013 PCM que legaliza la destrucción del patrimonio arqueológico a través del silencio positivo administrativo ¿En qué consiste?
Hasta el 16 de mayo de 2013, antes de la aprobación de este decreto cuando un inversionista quería iniciar una obra en un terrenos extenso, primero debía presentar una solicitud para que el Ministerio de Cultura (Mincu) emita un Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA), y si la entidad no respondía se entendía como un NO procede.
Ahora ya no es así. Si el Mincul no responde en 20 días significa un SÍ, automáticamente se da por consentido el trámite a favor del interesado. Ya no se habrá lugar al procedimiento que duraba meses en constatar si existían vestigios arqueológicos o no.
Esto demuestra que la conservación de nuestro patrimonio cultural –del que tanto se habla- es más discurso que acción, porque en la práctica, no hay hechos que acrediten que es parte de la agenda pública, y muy por el contrario, se anima a la destrucción.
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