Llaves de Yale. La Primera, 28/10/10


Llaves de Yale


César Lévano


La Universidad de Yale busca adueñarse, o cuando menos detentar por un siglo más, los tesoros arqueológicos que Hiram Bingham extrajo de Machu Picchu y llevó a esa universidad en calidad de préstamo por un año.

El estado peruano ha reanudado el reclamo emprendido en 2001 por el arqueólogo Luis Lumbreras, bajo el gobierno de Alejandro Toledo. Un extraordinario, documentado estudio del ingeniero norteamericano Paolo Greert, publicado en 2009 en El Antoniano, revista de la Universidad delCusco, recuerda que en febrero de 2008 The New York Times publicó un editorial sobre la ruptura de esa negociación.

Lo que hubo este último año fue una concesión indebida y “sospechosa”, como la califica Juan Sheput, cometida por Hernán Garrido Lecca, enviado especial del presidente Alan García. Garrido Lecca firmó lo que no era un acuerdo, sino un memorando de Yale, que implicaba que esa Universidad seguiría sin devolver el préstamo durante 99 años más.

García quiere ahora limpiarse de esa culpa histórica. Él y el presidente del Consejo de Ministros, José Antonio Chang, han anunciado que esta semana se presenta una acción penal contra Yale.

Notable es en ese sentido el fondo argumental del ingeniero Greert. En su texto, titulado Machu Picchu antes de Bingham (publicado originalmente en inglés en la revista South American Explorer en su edición 87, en 2008), recuerda que la construcción de esa ciudadela fue concebida por el inca Pachacútec. La indagación no sólo menciona, sino que también ubica y reproduce el primer mapa de Machu Picchu, trazado en 1874, un año antes del nacimiento de Bingham, por el alemán Herman Göhring (no confundir con el jefe nazi).

Precisa Greert que Bingham ascendió por primera vez a Machu Picchu en 1911 guiado por el niño indio Pablito. Lo cual confirma que esa maravilla arquitectónica era ya conocida por los cusqueños. El pequeño Pablito bien podría rivalizar con Bingham en cuanto a “descubridor” de la maravilla pétrea.

Tras un acopio de información y documentos descubiertos a lo largo de décadas, Greert dice: “Me ha encantado leer que los artefactos serían por fin devueltos a sus legítimos propietarios, el pueblo peruano”.

Desgraciadamente, no hay tal devolución. Todavía.

El acucioso estudio de Greert menciona un caso elocuente de desidia gubernamental del Perú frente a nuestros tesoros culturales: la compañía que el alemán August Berns fundó en 1887, cuando Bingham tenía 12 años, una compañía –la “Compañía Anónima Huacas del Inca”– autorizada por el presidente Andrés Avelino Cáceres para explorar, “saquear” dice Greert, Machu Picchu. La empresa sólo tenía que entregar al estado peruano el 10%, del oro, la plata y las joyas que encontrara. Uno de los directores eraRicardo Palma. Tradiciones peruanas.

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