La colección Machu Picchu y la dignidad nacional. El Comercio 24/1/09

LA DEMANDA PERUANA CONTRA LA UNIVERSIDAD DE YALE

La colección Machu Picchu y la dignidad nacional
Por Jacques I. Bartra. Diplomático

"Entonces en la escala de la tierra he subido entre la atroz maraña de las selvas perdidas hasta ti, Machu Picchu, alta ciudad de piedras escalares, por fin morada del que lo terrestre no escondió en las dormidas vestiduras": así escribe Pablo Neruda sobre nuestra séptima nueva maravilla del mundo en su inspirado "Canto general" (1950). Ya para entonces nuestra mágica ciudadela, hoy patrimonio cultural de la humanidad, impactaba a intelectuales, artistas y amantes de parajes enigmáticos de antiguas civilizaciones. Sin embargo, pocos sabían entonces que en 1916, durante el primer gobierno de Augusto B. Leguía, el Perú había autorizado un préstamo temporal por 18 meses de las piezas emblemáticas de Machu Picchu a la Universidad de Yale, las que nunca fueron devueltas. Tampoco se sabía a ciencia cierta cuántas eran las piezas arqueológicas que integraban la colección y que el formal descubridor de la ciudadela precolombina, el famoso aventurero Hiram Bingham, había sacado del Perú.

Resulta increíble que el Perú haya dejado pasar tanto tiempo sin exigirle a esta prestigiosa universidad norteamericana la devolución de las piezas, existiendo un precedente legal de esa naturaleza y siendo estas mismas parte integrante del patrimonio cultural de la nación que en la actualidad ampara la Ley 28296. Esta desidia (o ignorancia) de nuestras autoridades culturales se dio vuelta cuando el Dr. Luis Guillermo Lumbreras, entonces director del INC, impulsó al Gobierno Peruano a reclamar después de 90 años de adormecimiento inexplicable la devolución de las piezas, por lo que se creó para tal efecto en el mes de julio del 2006 una comisión de alto nivel para la repatriación de los objetos arqueológicos, integrada respectivamente por representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Ministerio de Justicia, del Congreso de la República, del Instituto Nacional de Cultura, del Gobierno Regional de Cusco y del gobierno local de Machu Picchu.

Inicialmente, se pensaba que la colección estaba integrada por 384 piezas museables; y el resto, por fragmentos que Yale conservaría. Sin embargo, la comisión que presidió Hernán Garrido Lecca pudo establecer que no son 4 mil piezas (incluidos los denominados fragmentos), sino 46.362 piezas y fragmentos de la colección, los cuales constituyen el universo completo del material autorizado por el Perú para ser exportado temporalmente a EE.UU. por Bingham y que actualmente se encuentra en posesión de la Universidad de Yale, del cual una mínima parte se exhibe en el Museo Peabody de ese centro de estudios.

En ese sentido, la demanda que el Perú ha iniciado ante el tribunal federal de Washington D.C., con fecha del 12 de diciembre del 2008, para recuperar las piezas tiene un sustento legal de indudable gravitación, en la medida que refuerza la posición de nuestro país frente a la acción judicial iniciada, la que --según la opinión de expertos legales-- hubiera sido crítica y vulnerable de no haberse contado con el inventario exacto de lo que se está reclamando.

Otro aspecto importante es el respaldo público que ha otorgado la National Geographic Society a la reclamación de nuestro país, teniendo en cuenta que esta prestigiosa entidad patrocinó la expedición Bingham entre 1912 y 1915 junto a la Universidad de Yale. Según el vicepresidente de esa institución, Terry García, que publica la famosa revista en la que por primera vez aparecieron en 1913 las fotos extraordinarias de Machu Picchu, siempre existió plena conciencia de que se trataba de un préstamo temporal.

Resulta importante, con todos estos antecedentes, ejercer la presión mediática que obligue a la Universidad de Yale a asumir su responsabilidad moral en este asunto, toda vez que su credibilidad e imagen internacional están en juego al apropiarse en forma prepotente de objetos emblemáticos para la identidad y la autoestima de los pueblos originarios del Perú que son, por demás, símbolos de peruanidad y factores esenciales de nuestra conciencia cultural.

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